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jueves, 9 de febrero de 2012

Spinetta

A veces llegan esas noticias que uno no sabe por donde agarrarlas, como un durazno que se cae de la planta cuando uno está abajo. Te sorprende. Más si ese durazno está sangrando.
Ya ni me acuerdo por dónde empecé a asociar el nombre con la calidad, la fraternidad, lo bueno, lo auténtico, la experimentación, un sinónimo de búsqueda y eso que uno nunca alcanza abarcar.
Pasaron muchas cosas bajo su halo creativo y expresivo.
Vinos, charlas, discusiones, amor, dibujos, zapadas, anhelos y sobretodo, y por sobre todo un encuentro fugaz y fortuito. Hacía frío y estabamos recién llegados de uno de sus recitales con mi compañera, amigos y otra gente. Con el Guille nos acercamos a una pizzería y uno de los cadetes, que era conocido mío, nos dijo que recién le había llevado comida "a donde?" "ahí, ves ese bondi en la otra cuadra?" "si, vamos?" "vamos!" arrancamos y como si lo hubiesemos planeado, a unos 10 metros de llegar al bondi lo vemos salir del hotel ya para partir.
El guille le dice "flaco!" y como si recién se hubiese bajado de uno de los mas grandes escenarios le da la púa esgrimiendo el argumento de que el no le iba pedir nada. Con toda la humildad y asombro dijo "tu púa!", revisó cada uno de sus bolsillos hasta que encontró lo que buscaba, una púa violetá un poco translúcida y bien gruesa. Se la regaló seguido de un cálido abrazo a cada uno. Deseandonos cuidado.
Pasó. Se fué. Nos miramos con el guille y salimos saltando y correteando como si hubiesemos visto a papá noel.
Flaco, ese día te fuiste en un bondi, hoy no sé en que habrás partido. Pero espero que tranquilo. Solo sé que el hombre que llora de la tapa de tu primer disco somos todos nosotros.

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